Su estudio sobre Turner
Aquí presentamos una oportunidad muy apreciada por la mayoría de los artistas y consiste en conocer cómo un artista se acerca a la obra de otro para constituir ésta una lección de pintura del mismo modo que lo haría un maestro. Esto con matices, claro está, puesto que este estudio es más complicado, más intuitivo y siempre más parcial que si el propio artista nos pudiera enseñar aquello que en realidad tenemos que deducir o averiguar. No se trata del acercamiento de un historiador del Arte, no interesa quién encargó la obra ni dónde está ni su cotización, ni qué o quién es el modelo retratado. Tampoco es el análisis exhaustivo de un falsificador o un mitómano que trata de reproducir hasta el calibre del pigmento de un Velázquez por ejemplo. Se trata de mirar con el ojo de creador y amante del arte y preguntar a la obra cuál es su sentido, su motor, cómo fue concebida, qué fue primero en ella el rojo o el azul ¿porqué este núcleo aquí y no allá? ¿porqué en el boceto encontramos elementos que más tarde no aparecen? ¿cómo lo hizo?; esto servirá para lograr una serie de herramientas artísticas que ayudarán a perfeccionar las nuestras o a sumarse a ellas y así transformarlas y adaptarlas a nuestro lenguaje creador.
Ana Pardo nos brinda la oportunidad de contemplar parte de su estudio sobre Turner acompañado de comentarios dotados de gran valor intrínseco.
¿Qué te llevó a estudiar a Turner?
En principio porque la primera vez que me enfrenté a su obra entendí que comprenderla conllevaría tender un puente entre la tradición más clásica y los aspectos más interesantes del arranque u origen de la modernidad, hablo de modernidad en sentido cronológico y no etimológico (que designaría un estilo determinado). En mi sentir artístico hay un planteamiento que me ata profundamente a mi tiempo, a la sociedad que me rodea y en definitiva a las circunstancias, pero siempre echando un pulso con la tradición (no pasiva sino engendradora), ese pulso pasa por Turner, explicaré porqué.
En él aparece un elemento importantísimo de modernidad, conceptualmente hablando, y este consiste en introducir en su lenguaje visual todo aquello que tenga que ver con elementos aparentemente sólo presentes en el siglo XX como son lo áspero, las texturizaciones como valor en sí mismas, ciertos grados de horror que correspondían a estados del alma, la importancia estética de lo inacabado, del dolor, un cierto sentido de lo terrible que envuelve la obra. En cuanto a su filosofía había que conectarla con los estudios que se hicieron en su época acerca de los sublime enfrentado dialécticamente a lo bello. Esta dualidad no es nueva, podríamos remontarnos a A.R. Mengs y desde mi punto de vista sus reflexiones acerca de la diferencia entre la belleza y la gracia abren una brecha importante ya que podríamos decir que incluso Picasso en su desdén hacia lo bello procura hacer una ordenación estética de los elementos que componen su obra con lo que buscaría conceptualmente la "gracia".
Turner en su desarrollo artístico va al encuentro del asombro del espectador y ello no a costa del tema en sí mismo ni de la extravagancia vacía sino a través de un camino más seguro y más profundo que está formado de elementos visuales e intelectuales. Esta intelectualidad no es más que un planteamiento estético que parte de las poesía sobre todo en lo que supone como motor de la imaginación y su componente de exaltación de los sentimientos humanos. En el aspecto visual el motor es el viaje que supone una fuente de conocimiento y experiencia que conducirá al autoconocimiento y a un voluntario alejamiento de lo próximo, de lo familiar para dejarse "asombrar" o "impresionar" por lo nuevo y desconocido (esto es fácil de relacionar con el Impresionismo).
Paralelamente se produce en Turner un interés progresivo por la dinámica del color que le lleva a incorporar en su visión cromática los estudios de color de Ghoete pero llevados a la práctica con matices y perfeccionamientos derivados de la puesta en practica de algo que en origen es puramente teórico. Así yo diría que suma a lo anterior el concepto de claroscuro de Rembrandt llegando a la conclusión de que el color se articula con el uso de la luz y la sombra respetando la gradación universal de color a color siendo esto lo que le permite desarrollar el verdadero sentido del color que Turner buscaba: el color que compone de tal forma que UNE y a la vez DESVELA y PERMITE VER pero también permite insinuar lo oculto, deja al espectador una actitud de seguir acabando la obra en su mente.
El color en Turner no sólo parte de Goethe sino también de los clásicos, esto se revela en su profundo conocimiento de la escuela Veneciana, personalmente creo que la importancia vital que da Turner al Rojo y al Amarillo procede de esto, crea recorridos visuales con predominio de estos colores. Así mismo es tradicional en sus exhaustivos estudios de documentación sobre barcos, peces, etc y también en una actitud que nunca abandonó y es la de que el peso de su labor creadora la desarrolló en su estudio independientemente de cual fuera el estímulo primario o engendrador de la obra, un viaje, un incendio, un paisaje, etc.
Su paleta real era muy sencilla pero supo llevarla a la máxima variedad en esto también se acerca a los clásicos, no más de 7 ú 8 colores como punto de partida pero llegando a una meta infinita. La grandeza de Turner está en que abre un camino nuevo sin rupturas con lo anterior, no necesita plantear que sus antecesores son peores (de hecho no lo fueron) su humildad artística le hizo decir que si Girtin no hubiera muerto joven él no hubiera alcanzado la fama. Sus obras tienen la grandeza de lo que parece fácil y el encanto de su espíritu libre que le permite dominar todos los materiales, no está sujeto a catalogaciones absurdas de pintor al óleo, acuarelista, grabador, dibujante sino que utilizó lo que necesitaba para la obra de ese momento concreto y si necesitaba salirse de la ortodoxia lo hacia y hacia que funcionase porque en Arte hay que ser ángel para hacer alguna diablura y Turner hizo cosas endemoniadamente angelicales.
El acercamiento a su obra a través de las copias me ha permitido descubrir procedimientos técnicos interesantísimos tanto en el orden de las fases de ejecución de la obra como en las armonías cromáticas empleadas. Estas armonías no están sujetas a la arbitrariedad del gusto ni a los caprichos de un determinado modo de sentir sino a unas reglas que el mismo Turner estableció y a los que llegó a través del estudio de los artistas que le interesaban y a su propio juicio artístico.
La gente cercana a mi se extraña de que este tipo de estudios puedan servir a la hora de crear obra propia y acorde con el contexto actual tanto temporal como social, ven difícil que ese conocimiento parcial de los pintores del pasado pueda conjugarse con elementos estilísticos más contemporáneos; se equivocan, a medida que el bagaje profesional va adquiriendo peso el campo creativo que se abre ante nosotros es infinito. Cuantas más herramientas dispongamos en nuestro favor más difícil resultará encasillarnos en un estilo definido porque cada obra realizada estará impregnada con la locura del momento y esa locura, nuestras locuras, contaran de mayor campo para su desarrollo.
La imágenes que se muestran son copias realizadas para su estudio, donde deja al margen la texturización para centrarse exclusivamente en sus gamas cromáticas
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