El blog de Ana Pardo

Ana Pardo - Sus inicios

Por Domingo Romo en Lunes, 10 Marzo 2003. Archivado en Reseñas

Copia del Cristo de la moneda de Van Dyck

Su obra no abarca una única faceta, no es lineal, ni en cuanto a su técnica ni temáticamente, alternando la copia con el original. ¿Y porqué de la copia?.
La copia de la obra antigua podría englobarse en dos grandes fines:
a) La didáctica, ya bien con la "copia" propiamente dicha o con la "versión".
b) Duplicación de la obra.
Hablaré desde el punto de vista didáctico ya que es el propósito que mueve la mano de Ana Pardo.

    ¿Qué lleva al pintor de cualquier época a realizar copias? Dado que hoy día en muchos círculos artísticos la copia tiene un sentido peyorativo debemos alejar todo prejuicio mental para entender el impulso que acerca a un artista hacia la obra de otro artista. Según la tradición, la copia responde al hecho de que se produce una elección de un determinado concepto estético y una determinada factura técnica de un artista concreto; ante la imposibilidad física y cronológica de contar con unas clases o indicaciones impartidas por ese maestro, la secuencia lógica será abordar su obra para desentrañar sus enseñanzas. En el proceso de la copia se establecen una serie de hipótesis de trabajo que el investigador dedica frente a la obra, no es un mero acto mecánico cuyo fin sea el cuadro terminado sino que el verdadero sentido de la copia está en su mismo desarrollo, de este modo se establece un puente entre maestro y alumno.
    Por ello nunca debe deducirse que la copia, desde este prisma, es reflejo de la incapacidad de plantear obra original; sería como reprochar a Einstein sus teorías por el mero hecho de haberse valido de la obra científica del pasado para su propia formación.
    Es más, podría afirmarse con toda seguridad, que un pintor nace de sus copias y por lo tanto de sus influencias. Sólo asimilando presente y pasado se avanza, sólo a través de la influencia ganamos poco a poco nuestro propio carácter, sólo a través del conocimiento construimos nuestra personalidad. Si negásemos todo aprendizaje volveríamos al estilo cavernario (como bien demuestra la mayoría de exposiciones contemporáneas) para que una evolución natural de miles de años volviera a traernos el esplendor artístico de nuestro pasado más reciente.

     

     

    

    

    La calidad de nuestro estilo dependerá en primer término de los maestros que tomemos para nuestro aprendizaje, seguido de nuestro esfuerzo que será el que nos haga asimilar mayor o menor cantidad de conceptos y todo ello aliñado con nuestra propia sensibilidad que será lo que dé ese toque de genialidad o trivialidad a la obra.

        Desde esta perspectiva hablemos ahora de nuestra pintora afincada actualmente en Valladolid. Ana Pardo comienza imprimiendo más seriedad a sus acuarelas, quizás como más tarde comenta ella, por el menor presupuesto que se necesita para desenvolverse en un trozo de papel. Por supuesto contará con los mejores maestros, pues iniciándose en la copia de Dürer, su vida irá discurriendo en la búsqueda de los entresijos de esta técnica haciendo especial hincapié en maestros ingleses como Cotman, Turner, Selby, Bonington o Rackhan por citar algunos. Copiaba y versionaba pero, fundamentalmente, extraía conceptos cromáticos de cada uno.
    El resultado de dicho procedimiento otorgará calidad incluso a sus primeros trabajos originales. Es una suerte poder contar con el testimonio fotográfico de su primer original.

   Excepto en los retratos o encargos concretos, este cuadro será de las últimas veces en las que trabaje del natural pues en adelante huirá de la realidad que se nos presenta, carente de intención, y la transformará acorde a lo que el mismo cuadro pida en su toma de conciencia, aunque para ello tenga que transgredirla; la realidad quedará supeditada a la idea del tema, pero sin perder las bases que durante tantos siglos ha sustentado el Arte. Tanto es así que ya en la segunda acuarela toma exclusivamente su imaginación como guía expresiva.

  El óleo, considerado por ella como "el rey de los medios de expresión pictórica" es la técnica que mejor desarrolla, no en vano tuvo a maestros de la misma valía que en la acuarela. Tiziano, Rubens, Tiepolo, Rembrat, Courbet, Fragonart, Renoir etc., sirvieron como pilar de apoyo en la forja de su propio estilo.

Ana Pardo constata a través de sus óleos algo que algún crítico de Arte olvida, a saber: la libertad artística sólo procede del conocimiento. Cuando uno desconoce gran parte de su pasado está limitado y su obra sólo puede conducirse por el estrecho campo que esos límites le dejan. De nuevo, esta pintora nacida a orillas del Danubio, volverá a perfilar, con libertad exaltada, su propio estilo pues tanto en el óleo como en la acuarela sus creaciones viajan desde el clasicismo hasta aquellos movimientos más vanguardistas sobresaliendo entre todos ellos y con luz propia "su propio carácter”.

 

   

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