El blog de Ana Pardo

Estilos

Por Ana Pardo en Sábado, 17 Abril 2004. Archivado en Reseñas

La visión de Rackham

Se ha establecido  desde un determinado momento que vendría a coincidir aproximadamente con la aparición de las corrientes abstractas, una especie de concepción maniquea de las estructuras estéticas y particularmente en Pintura. Esa dualidad deriva en un sinfín de significados ligados a esa división tajante, pero en realidad artificial, que enfrentan Realismo y Abstracción (y quizá afinando más, Realismo contra Abstracción).

Los críticos e historiadores de la Pintura se han vueltos excesivamente cientifistas y su afán de individualizar cualquier manifestación creativa les lleva a diseccionar tan exageradamente los elementos que la componen que pierden no sólo las propiedades y consecuencias en sus interrelaciones sino la propia unidad primaría, es decir, sentido y razón (clara o no) que guió su elaboración, y como este estudio acaba ciñéndose a tan sólo unas pocas figuras, ese mismo especialista ignora o relega el resto de la realidad artística a una vana confirmación o no del apéndice resultante. Es cierto y hasta ineludible que por necesidades de didactismo y ordenación el estudioso de las Obras de Arte se vea en la necesidad de romper el devenir histórico a fin de establecer en líneas generales unas categorías o estilos que nos permitan entender propósito y procedimientos que guiaron sus obras, unas veces basadas en aspectos cronológicos, otras formales, las más sociales, pero estas parcelas, no nos olvidemos, son divisiones ficticias, divisiones artificiales que dan "una" explicación de "una" cosa concreta en "un" momento determinado y que no siempre responden a un enfoque lineal (tanto de tiempo, de lugar como de estilo). Hablan de Pintura Clásica, de pintura Romántica, Realista, Naturalista, etc., y son tan tajantes en la construcción de "su" nueva base dialéctica que parece difícil situar una composición en otra dimensión que no sea la meticulosamente constituida. Es por ello que ha pasado a considerarse una aberración intelectual, juzgar, por ejemplo, que la Pintura Clásica goza de mayor abstracción que la pintura contemporánea, que la pintura romántica sea más "simbólica" que la Cubista o que la pintura gótica sea más académica que el academicismo, por citar unas pocas. De hecho con el paso de los siglos cuanto más abierta ha quedado la resolución de la pintura más y más estancos hemos hecho los compartimentos estilísticos. Si ya es un problema para un cronista de corte actual aceptar en un pintor clásico una obra con tema "Costumbrista" cuando toca desenvolverse en este siglo la perorata intelectual no deja de ser sino cómica:

<< El pintor X inició su periplo artístico dando a sus primeros cuadros un contenido "futurista" desde una perspectiva "informalista". Tras una pequeño paso por el "expresionismo-abstracto" llegaron sus primeras incursiones en el "action-painting". sirviéndole como experiencia para la posterior compresión y realización de sus mejores obras "pop". ..........Desde el más "romántico" "naturalismo" pasó al "figurativismo" más "clásico", cayendo consecuentemente en la comodidad que representaba el amanerado y frío academicismo............>>

Y es que el esfuerzo por descubrir matices nuevos en el Arte no sólo nos aleja de su perspectiva más razonable e intuitiva sino que acabamos por convertirlo en una amalgama de conceptos ininteligibles dado el gran número de contradicciones que llegan a acumularse. Pero nuestro afán de protagonismo quiere ir más lejos aun, incluso sobre el propio artista, llevándonos a situaciones esperpénticas. Sobrados son los ejemplos de asombro de un artista que escucha en boca de un crítico los interminables significados y finalidades halladas en la construcción de su propia obra.

Y hete aquí donde llegamos a una de las paradojas más sangrantes de la actualidad artística, disponemos de todo un compendio enciclopédico de términos que conforman el Arte de la Pintura y es la década donde menos palabras utilizamos para su comunicación. En la actualidad, bien sea a través de Galerías, Fundaciones o Museos se establece una dicotomía peligrosa entre dos únicas palabras para "entendernos": pintura Realista (Hiperrealista para, según éstos, los más avanzados) y pintura Contemporánea (el resto que no tenga un parecido significativo con la realidad formal).

Intentemos retomar un poco estos conceptos que la actualidad ha simplificado de forma tan banal. ¿Qué es el realismo? Si nos atenemos a la visión historicista correspondería a los movimientos artísticos que introducen en su repertorio iconográfico los temas "reales" apartándose de los mitológicos, religiosos y fantásticos para adentrarse en un mundo de personajes y situaciones habitualmente considerados poco dignos, adentrándose incluso en lo deprimente y sórdido como un camino que realce la vida "real". Esta búsqueda va ligada a un rechazo del Arte Ideal y que tiene como punto álgido el S. XIX con Courbert. El realismo tiene una relación directa más con la temática que con el discurso estilístico pues se manifiesta en la introducción de entornos, actitudes cotidianas y personajes socialmente denostados como pobres y niños harapientos, viejos mendigos, humildes planchadoras, etc. Esto, por supuesto, no es nuevo, ya se conoce desde la antigüedad (Escriba egipcio, escenas domésticas holandesas que se han venido a llamar por los historiadores "escenas de género"; las incursiones de Goya y Velázquez en lo defectuoso y monstruoso). ¿Cual es la novedad entonces en el s. XIX? Estaría en el rechazo a los "excesos" rococós, idealizaciones exageradas y "saturación" de doctrinas académicas así como la imposición por parte de sectores sociales adinerados de sus gustos, éstos entroncados más con los intereses decorativos que con la expresividad artística. Hoy se ha sustituido esa imposición del gusto burgués y aristocrático por la dictadura de las leyes del mercado directamente ligadas con la moda y la publicidad así como por el gusto de las masas que aunque no son analfabetas poco profundizan en concepciones intelectuales arriesgadas y que lo máximo que entienden por "original" es una cosa nunca vista, pues ya no esperan que les comunique algo; como diría Chesterton serían capaces de cambiar el cielo por el infierno sólo por la novedad.

¿Qué es realismo? Si nos atenemos a su percepción formal se le reconoce como aquel género cuyo motivo compositivo es identificable con cualquier ente u objeto que nos rodea, y hoy más que nunca se asienta la opinión que cuanto más similitud óptica tenga el motivo con el modelo más realista será (concepción errónea que desemboca en la parálisis creativa, lírica y cautivadora de la Pintura y que además, conlleva a la pérdida de su propia identidad como Arte ante su acercamiento al discurso Fotográfico).

¿Y Abstracción? ¿Qué es Abstracto en Arte? Dando un voto de confianza a la capacidad intelectiva del lector, les invito a que extrapolen la dinámica conceptual utilizada en el realismo y traten de concretar intuitivamente este concepto tanto desde su aspecto formal, como desde su aspecto más teórico.

Pero incluso aceptando (que no es el caso) estas dos formas de encasillar "La Pintura", el recelo del espectador ante la contemplación de un cuadro proviene precisamente de la disgregación de estos dos elementos, componentes que son consubstanciales a cualquier manifestación artística. Por eso mi propia visión a la hora de juzgar una obra de Arte parte de un principio más conciliador, y que al amparo de aquellos que construyeron la Historia que conocemos establezco en dos categorías básicas:

La idealización de la realidad. Toma como punto de partida la naturaleza o aquello que vemos dotándola de una serie de elementos subjetivos, dando un  alma a lo que no la tiene y proyectando lo mental de tal manera que se transforma en algo distinto de lo que era.

La realización de una idea. Es para mi la esencia y el estado superior en el Arte. Consistiría en tomar como punto de partida algo que surge en la mente del ser humano, del artista y que en ese proceso de transposición al material lo dota de elementos que permiten que esa "idea" tome una "Realidad" para poder acercarse al destinatario o espectador; se realizará esa idea de tal forma que en ese proceso toman cuerpo los elementos expresivos que son el alma de la obra de Arte. Esto se demuestra en las obras que ya forman parte de nuestra esencia como pensantes. ¿alguien se imagina el Olimpo de otro modo que como lo "realizaron" en la época de Pericles, ¿alguien se imagina que los integrantes de la Santa Cena se sentaron de otra manera que como lo dispusieron los artistas?. Pues bien, esas "realizaciones" corresponden más a ordenamientos compositivos relacionados con la armonía, la belleza y la expresividad que con la pura realidad. ¿no sería ingenuo pensar que realmente la Virgen Maria vestía con colores primarios? Lo cierto es que esta ordenación cromática corresponde a un cálculo armónico-compositivo-expresivo del color que le lleva a "realizar" de la manera más perfecta (artísticamente hablando) su idea del tema. Cuando Miguel Ángel hace una escultura la anatomía parte de sus conocimientos exhaustivos de ella pero su expresividad en la realización de su idea los distorsiona, los adapta a sus esquemas compositivos, a sus ritmos expresivos dando un paso más que la naturaleza no dio del mismo modo que un músico ordena los sonidos existentes que el universo no compone, el artista ordena lo que la naturaleza le ofrece, la depura, la transforma y la altera para presentarnos algo nuevo que aparte de un componente puramente físico y material está dotado de un alma, una idea que lo trasciende y que llega a estar más viva para nosotros que la propia naturaleza.

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